"Histerias breves" Varios autores. Colección El Problema de Yorick.
LA GUERRA DE DOS MUNDOS
Ese día, Chorravaco, Carabote, Tomatito, y yo, comimos en vaso, cumpleaños feliz y por ser un chico excelente Carabote. La comida se alargó hasta las ocho de la tarde, entre unas cosas y otras. Hubo risas, cánticos regionales, referencias al clero y alguna batalla amatoria sucedida en los antiguos trenes Correos nocturnos, donde tanta pasión con el sortilegio de los raíles. ¿Azar?, ¿causalidad?, ¿purita casualidad?, no existe tesis doctoral sobre esto.
Habituados al trasiego, ellos comieron más que yo. Cada uno se bebió un kilo por barba y repitieron los pesos. El Tomatito, mucho gesto, mucho tocarse el estómago para darnos a entender que su estómago no podría con el litro de vino y los cuatro cacahuetes. Se hicieron apuestas, que perdió él, porque ya lo creo que pudo; su estómago, su hígado y su todo acabaron con la sangre de Cristo embotellada en Jumilla. Tomatito, cuarenta y cinco años en sus círculos concéntricos, casado con ave rapaz y con dos criaturas a sus espaldas. El ave lava la ropa y la tiende en el romero, luego visita el bingo, pierde hasta las cejas y vuelve descejada, llorosa y carroñera. Tomatito, apodado así por esa costumbre o manía de acariciarse el estómago como si tocara la guitarra. Carabote, cuarenta y siete recién cumplidos, casado, con tres hijos. Merecidísimo apodo por recordarnos un bote de tomate, ni más ni menos. Al Chorravaco por tener entre las piernas un obelisco de enormes dimensiones, alegría de la huerta, visto y oído una mañana de verano que decidió darse una ducha con la manguera en la puerta de la Estación...
2 comentarios
Picatostes -
Gracias una vez mas por pasarte por mi blog, fue una gran sorpresa.
Gus Van Halen -