Cine negro. Ediciones Vitruvio. Poesía.
Más borracho imposible, muerto de amor, anónima mi melancolía,
paisaje de moscas muertas en mi copa,
en la misma habitación de hotel en la que alguna vez
destrocé tus medias y fui el rey de tu ropa interior.
Un lazo de humo baila en mis pupilas
junto a una lágrima de acero y rencor, absurda
en un hombre como yo que revendió su alma.
Fuera los árboles muestran formas femeninas
sin la magia de tus ojos, mi abrazo de aire dirigido a ti,
a tu marido gordo y tu hijo enano,
nacido tras catorce horas sin pensar en mí.
Mi jaula se halla lejos de tu extraña vivienda,
muy lejos yo entonces, sin tu llamada,
y ahora recibo a la chica de la limpieza
con toallas en sus manos
y una sonrisa de arboleda a estas horas de la noche,
muerto de amor,
lo sabes, por ti y por tu televisión por cable en torno a mi cuello.
Leo una carta, escrita en este lugar erigido
en un camino del infierno, habla de ti,
de tu sexo de ángel paridor, adúltero, conductor homicida. Eres la bella
que destroza mis trajes,
la que me insulta con su voz de madre alegre. Borracho
como cuando te conocí, mucho más pesado mi asco,
mucha más repleta mi memoria,
con el faro de tus ojos de perra
compartida. La chica de las toallas me da fuego
y su cuerpo es una bendición en la noche del condenado.
0 comentarios