Despiece de la infancia. Diputación de Málaga. Poesía.
Un cuerpo muerto es una flor sin vida.
Mamá siempre sabía de esas cosas,
del paso de lo sólido a la esencia.
La muerte es abonar tierra marchita.
Papá partía nueces y escondía los ojos
por no mostrar la pena, la impotencia,
la desesperación.
El latigazo de la lástima.
Mamá sabía de muertos y de muerte.
Y cantaba ante la tumba de la abuela,
esparciendo los pétalos y ahuyentando
moscas y chicharras.
Y de pronto sonreía y hasta olía a jazmín.
Yo me echaba en la tumba,
midiéndome por ver cuánto había de crecer
para estar a la altura de la muerte.
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