Desterrados. Ediciones Vitruvio. Poesía. Francisca Gata Amate.
La sortija tenía una piedra roja,
tal vez un rubí.
Tal vez era falsa, tal vez robada.
La muchacha la mostraba secretamente
entre los pliegues de un pañuelo y temblaban
sus manos
y el rubor coloreaba su penumbra.
Desgarrando sus labios las palabras.
La desesperación fijaba un precio y otro
y aquel hombre, su humo y su barriga,
pretendía otra joya,
en su coche quizás,
con las faldas levantadas.
0 comentarios